* A partir de ahora iré recuperando piezas de mi trabajo escribiendo críticas musicales este año en Concepto Radio. Después de escribir unas cien reseñas y algunos artículos , retrospectivas, etc . este año decidí doblar la apuesta e intentar llegar a 200 críticas de disco este año para Concepto Radio. Ya llevaré cerca de 140 y poco escritas, por lo que el objetivo este año está cerca de cumplirse. ¿Por qué postearlas ahora? Bien, en cierto modo siento que mis actualizaciones en el blog no tienen la misma densidad que las que dedico a Concepto Radio y son apuntes o recomendaciones menos elaboradas de lo que me gustaría , pero el tiempo ahora mismo no me permite. Espero que os sea de interés y de algún modo, puede ser un recordatorio a la hora de elaborar las listas del año típicas (ver como ha madurado el disco al escucharlo de nuevo), mientras se alternarán con la otra línea de entradas que retomé recientemente.
Yong Yong
Love
Lo del duo portugués
formado por Rodolfo Brito y Francisco Silva con su trabajo “Love”
es toda una sorpresa para servidor. Desde hace tiempo en la web se
viene destacando por parte de Pizá muchos de los artistas surgidos
desde latitudes portuguesas comprometidos con una visión deformada
del ruido en una línea de experimentación que los equipara con
muchos de los artistas referentes, que por tradición suelen proceder
de Estados Unidos o el Reino Unido. Con el paso del tiempo, vamos
completando un mapa amorfo entre la sobreinformación que nos
proporciona internet y descubriendo geografías diferentes como
puedan ser la belga con el sello Vlek y artistas como Dolphins Into
The Future, Ssaliva, Innercity o el caso de la camada portuguesa con
Sturqen, IVVVO (que ha entrado en el catálogo de Opal Tapes
recientemente), Tropa Macaca (éstos editando en el sello de Ford &
Lopatin, Software), Mediafired (cuyo trabajo se reedito en el muy al
alza Beer On The Rug) , Gala Drop (formación rock que ha colaborado
con Ben Chasny y cuyo batería también gira con el duo Hype
Williams) y sellos como Terrain Ahead o Exo Tapes. No se si es
necesario comparar esta generación con el producto patrio, que
también tiene estandartes y valores pujantes pero no me gustaría
caer en comentarios que traten de rebajar o tomarse a pitorreo los
activos nacionales, algo que tradicionalmente ha gustado mucho.
Aunque lo de meter el dedo en el ojo del vecino es algo que estamos
más acostumbrados a ver en un portugués como Mourinho.
En todo caso, la
descontextualización y la cada vez más difusa labor de agrupar a
músicos por escenas con denominación de orígen va perdiendo
sentido e incluso Brad Rose en la entrevista que le realizamos, no
tenía muy claro que entender ahora mismo como escena en estos
parámetros (opinión a considerar teniendo en cuenta que se encarga
de regentar un sello como Digitalis). Muchas palabras y
consideraciones después, nos queda por delante disfrutar de “Love”
y, creánme, hay razones de sobra para ello. Editado por el sello
inglés Night School, que demuestra una afinada selección de
artistas en sus pocas referencias como los trabajos de Divorce o
Group Rhoda, “Love” es un trabajo que tiene sabor a clásico
lo-fi tras sus 14 viñetas de deformadas aproximaciones a un universo
tan diverso que aunque nos traiga aromas de otros artistas conocidos,
solventa la problemática de ver alrededor de su nombre referencias a
bandas como Hype Williams, Ssaliva o los primerizos Peaking Lights
(etapa “Imaginary Falcons”), Sand Circles o en definitiva muchos
artistas de Not Not Fun o NNA Tapes. En el fondo, es una deformación
más del punk cacharrero o como si Siltbreeze se dedicase a la música
de sintetizadores, un espíritu que va desde las anomalias del “Alien
Soundtracks” de Chrome, pasando por la discografía de Michael
Morley (The Dead C) como Gate, el “Twin Infinitives” de Royal
Trux hasta llegar a nuestros días con la incomparable batidora del
duo formado por Inga Copeland y Dean Blunt o las abstracciones de
Ferraro.
Lo complicado del asunto, es la capacidad del duo Yong Yong para engatusarte con tantos apuntes melódicos evanescentes y costrosas deformaciones en sus composiciones. Desde el inicio con el corte titular, parecen adentrarse en esas sinfonías synth de Aaron Coyes, Ferraro, Sun Araw o Matrix Metals en una suerte de sinfonía que te envuelve en una estampa cinematográfica melancólica que “Spray” con sus ecos dub en el apartaado rítmico parecen hacer un guiño al duo Hype Williams incorporando además voces de conversaciones en la composición pivotando en una suerte de ensoñación en la que conducirte a una suerte de alucinación triposa que te hace observar la realidad a cámara lenta (bueno,como estar de fumón vamos). Hay cortes que se adentran en el misterio como “Track 3” pero con las notas de piano melancólicas flotando me recuerda a la intro del “Imaginary Falcons” o “Synthy” del “936”, creando una nostalgia hacia aquellos discos (favoritos personales) de nuevo que personalmente le añade un valor añadido y al mismo tiempo, vuelvo a caer en consideraciones percusivas que pivotan entre el olor jamaicano y el Egipto lunar de Sun Ra o las primerizas interpretaciones de Moondog tan bien representados en “Monc-co”, un requiem a Spencer Clark en “Mongo” o “Esc-Mio Popular”, la desfachatez de “Tocha” cercana a Tonstartssbandht o la referencia psicodélica encubierta a la NNCK con “Sticks and Bones May Brake My Stones” y el minimalismo sintetizado de new wave imperfecta con “Helder” (aún leo ese nombre y con este sonido 8 bits me acuerdo del defensa que fichó hace tantos años el Depor) o rastro hip hop imposible de “Bujuman”, aunque dejan para el final la chaladura más divertida con “Bzzzr” una sinfonía mutante que pone el broche a un disco con una capacidad macabro y maliciosa de adherirse implacablemente, explorando en un terreno conocido pero con unos resultados mucho más que notables. Sobresaliente.Es como observar un especimen extraño de ave posarse en tu ventana, vale que tiene pico, plumas y alas como todos; pero cojones que raro es el jodío.
Lo complicado del asunto, es la capacidad del duo Yong Yong para engatusarte con tantos apuntes melódicos evanescentes y costrosas deformaciones en sus composiciones. Desde el inicio con el corte titular, parecen adentrarse en esas sinfonías synth de Aaron Coyes, Ferraro, Sun Araw o Matrix Metals en una suerte de sinfonía que te envuelve en una estampa cinematográfica melancólica que “Spray” con sus ecos dub en el apartaado rítmico parecen hacer un guiño al duo Hype Williams incorporando además voces de conversaciones en la composición pivotando en una suerte de ensoñación en la que conducirte a una suerte de alucinación triposa que te hace observar la realidad a cámara lenta (bueno,como estar de fumón vamos). Hay cortes que se adentran en el misterio como “Track 3” pero con las notas de piano melancólicas flotando me recuerda a la intro del “Imaginary Falcons” o “Synthy” del “936”, creando una nostalgia hacia aquellos discos (favoritos personales) de nuevo que personalmente le añade un valor añadido y al mismo tiempo, vuelvo a caer en consideraciones percusivas que pivotan entre el olor jamaicano y el Egipto lunar de Sun Ra o las primerizas interpretaciones de Moondog tan bien representados en “Monc-co”, un requiem a Spencer Clark en “Mongo” o “Esc-Mio Popular”, la desfachatez de “Tocha” cercana a Tonstartssbandht o la referencia psicodélica encubierta a la NNCK con “Sticks and Bones May Brake My Stones” y el minimalismo sintetizado de new wave imperfecta con “Helder” (aún leo ese nombre y con este sonido 8 bits me acuerdo del defensa que fichó hace tantos años el Depor) o rastro hip hop imposible de “Bujuman”, aunque dejan para el final la chaladura más divertida con “Bzzzr” una sinfonía mutante que pone el broche a un disco con una capacidad macabro y maliciosa de adherirse implacablemente, explorando en un terreno conocido pero con unos resultados mucho más que notables. Sobresaliente.Es como observar un especimen extraño de ave posarse en tu ventana, vale que tiene pico, plumas y alas como todos; pero cojones que raro es el jodío.
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