martes, 18 de noviembre de 2008

Martyn




En unos años donde el sonido del techno facturado en Berlin a mediados de los noventa (la escuela Basic Channel-Chain Reaction) se une a Detroit,al drum n bass y a tantas otras cosas más, la cantidad de artistas que han eclipsado nuestra atención siguen siendo innumerables. Basicamente hay que tener en cuenta el impacto que han tenido los lanzamientos de Burial al mercado.Cada lanzamiento de Echochord,Tempa,Hyperdub o Skull Disco enseguida reciben una rápida atención.

Este año Ital Tek,Headhunter o 2562, con sus largos han seguido añadiendo volumen a un género donde ya habian llegado otros como Skream,Various Porduction,Boxcutter,Kode 9 o Burial. Por otr lado, supone la otra cara del grime.La cara dub, la instrumental.La fumeta. Pero Martijn Deykers, comparte con Burial desde sus últimos maxis una atención especial.Simplemente,los que les hace diferentes es la manipulacion de voces en sus cortes.El estilo de Burial es mucho más ensoñador,mucho más soul.Y como no,más pop. En el caso de Martyn, este factor se corresponde con una mayor frialdad.Pero el gancho está ahí presente.Como el jamaicano,ahí estaba el resíduo dentro de aquel entramado de ecos y bajos.

Desde 2005 lleva dejando maxis en distintos sellos, hasta 2007 llegando a fundar el suyo propio "3024". El mismo año en que su música deja parámetros mucho más drum n bass ("After Seven" tronando con Marcus Intalex es un perfecto termómetro de dichos parámetros), para acercarse al sonido del dubstep mediante la mano de Tempa. Desde entonces,su trilogía de maxis "Velvet/twenty four", "All I have is memories/suburbia","Natural Selection/Vancouver" pasan a ser comentados con excitación en distintos medios. Conociendo, el último maxi una nueva reinvención ideada por 2562 y Flying Lotus(autor de uno de los mejores discos de este año con "Los Angeles").

Ahora es el momento en que todos estamos esperando su debut en largo. Siempre es una duda que nos puede deparar.Por regla general, todos estos artistas están respondiendo con discos muy solvente y de calidad.Pero con un pequeño inconveniente, su sonido se está convirtiendo en demasiado homogéneo.Posiblemente,las pequeñas novedades que estaban introduciendo en este género ya no nos pillan tan de nuevas.Con el cuerpo deseoso,pero aún con este inconveniente, está resultando del todo provechoso.

De momento esperaremos,pero dejo para la ocasión su remix para Scuba.Una auténtica delicia.Próximas entradas estarán enfocadas a este tipo de música.


http://www.megaupload.com/?d=9AWXYYQC

lunes, 17 de noviembre de 2008

Fennesz: Black Sea (Touch; 2008)





Hace ya más de quince años My Bloody Valentine decidieron reconvertir el sonido de distorsión de sus guitarras en melodías, esquivando el sonido infernal, para dotarle de una fuerza onírica sin límite. La guitarra y su manipulación, es un universo donde desde gigantes camaleones que van de Keith Rowe, pasando por Rafael Toral, el infernal Kevin Drumm o las antípodas de Oren Ambarchi (por citar alguno de los referentes más reconocidos) han dado rienda suelta a todo tipo de experimentación modulando con efectos el sonido de la guitarra.


Desde "Endless Summer" (2001), su carrera pasa a disparárse y el género recibe una relevancia antes no tan reconocida en los medios y desconocida para muchos. Supuso una suerte de "Loveless" para el shoegazing británico, un "Nevermind" para el indie.rock,etc. Se convirtió en el referente de un sonido, de una escena de músicos operando en las mismas coordenadas. Su comparación con "Loveless" es necesaria.Ambos parten del uso del ambient y de dotar de un sonido pulcro a la maraña de distorsión, intentando crear un entorno ensoñador. Sus trabajos anteriores, "Hotel Paral.lel" ya era una piedra de toque importante, empotrada dentro de la escena de error digital, glitch, (Oval,ya había sentado cátedra en este campo). "Endless Summer" se desmarcaba un poco más.


Su preciosa portada, tan evocadora de melancolía, contenía un recorrido por el ruido de lo más angelical.Un paraíso de abstracción pero con un gusto melódico ensoñador. Todo esto dió paso al fabuloso recopilatorio "Field Recordings 95-2002" y a una nueva entrega "Venice"(2004). La barca de la portada, Venecia y la presencia de David Sylvain(tras la colaboración en "Blemish") indicaban perfectamente cual iba a ser el hilo conductor del disco. La melancolía,de nuevo.Pero esta vez, no es una melancolía estival: calurosa y eufórica, ahora nos encontrábamos con el otoño, el atardecer.Los focos perdían intensidad y la melanina dejaba de activarse de la misma manera en nuestros cerebros. Pero seguía siendo, una pieza preciosa. Esta vez, su guitarra pasaba a ser más reconocible,me refiero a un sonido menos manipulado, en algunos momentos del disco.


"Black Sea" llega tras cuatro años, donde hemos tenido aperitivos en formato single "Transition","Saffron Revolution" (último corte del disco), "On a Desolate Shore a shadow passes by", remezclas (junior boys,NIN,Isis,...) y colaboraciones varias (con Sakamoto por ejemplo).


Es recurrente que asocie a Fennesz y su música a las estaciones. Por lo tanto, la trilogía ahora toma por banda al invierno.Al frio polar.Al color blanco de la nieve, a la soledad. Decidiéndo presentarse como evolución lógica a los dos discos anteriores. Así, vuelve a mostrarse en plenitud de facultades.Construye un disco frío, donde ocasionalmente el calor de la guitarra hace aparición, pero priman sobre todo las prolongaciones de muros de ruido, oscuro y misterioso.Pero antes de ser demasiado siniestro, deja un poso por detrás de el donde vuelve a recobrar melodía y lo convierte en emoción, "la titular" o la perfecta "Gilde" son una muestra clarísima de ello. La verdad,es que este disco puede tener puntos cercanos con los loops de la desintegración de William Basinski, al desaparecer muchos de aquellos glitches de sus inicios. Todo da forma a una banda sonora intrigante y mágica a la vez.Un mayor apego al uso de silencios, dejando respirar tras las capas de ruido.


Al final, solo queda una sensación de derrota.Pero esa derrota es para nosotros.Nos ha derrotado de nuevo, ha dado un giro acertado a su música y nos ha hecho de nuevo aplaudir, a seguir confiando en su obra y seguir ganando crédito año tras año. Ha vuelto a vencer,desde la melancolía y el frío.Como aquella versión de los Beach Boys que hizo,nos aplicamos su título:"Don't Talk( put your head on my Shoulder)". Gracias por esta feliz tristeza.


Una muestra de ello, el primer corte y titular del disco:


miércoles, 12 de noviembre de 2008

Deepchord-Echospace



Deepchord / Echospace


Alias. Aliados. ¿Básicamente es lo que se esconden detrás de esas palabras? Ni mucho menos. Primero, Deep Chord es el sello (fundado junto a Mike Schommer) y el alias de Rod Modell, productor de Detroit desde mediados de los ochenta.

Echospace, sigue siendo Rod Modell pero esta vez, junto a Steve Hitchell (alias Soultek). Ambos dos presentaron una serie de cuatro maxis en 2007 bajo el nombre de “The Coldest Season 1-4”. A partir de ese momento, comienza el revuelo.


Primero, hay que aclarar que el revuelo comienza en Europa. ¿Americanos profetas en otras tierras? No es ni mucho menos nada novedoso, especialmente por la cercanía de sus coordenadas musicales a Berlín y al sello Basic Channel. Cualquier amante de Porter Ricks o M Von Oswald por ejemplo, puede volver a sentir el mismo cosquilleo introspectivo y náutico en sus maxis. Tampoco se puede entender como fortuito, que la masterización se haya producido en Berlín.Pero esta referencia es tan fundamental para entender su sonido, como el ambient, las atmósferas electroacúsiticas o grabaciones de campo.

Todo un maremagno de sonidos reverberando por los oídos y tratados de manera precisa. Bajos navegando a profundidades de submarino. Al rompecabezas se le añade una tercera arista: Chicago. El entramado rítmico también apunta hacia allí. Una completa perversión, por supuesto.


Por un lado, Hitchell sería la cara techno. Y Modell, la cara más house. Para salir de dudas, no hay más que escarbar en “Vantage Isle” (DeepChord; 2007). Las tomas de de cada uno marcan claramente sus influencias. Y todo esto se completa con Jamaica. Ellos tienen claro que King Tubby es el padre. Steve Hitchell, sin ir más lejos conoce ese país (debido a que su tío tiene una empresa de submarinismo). Todas las texturas que se encerraron en “The Coldest Season” gozan de una riqueza aplastante. Una introspección infinita, tan plagada de matices en expansión que enriquecen cada vuelta, como las olas del mar. Así, se da forma a estas composiciones que les ha hecho estar en boca de muchos, en el año de Burial. Dubstep, techno dub,…Para este 2008, parece que la fiesta va a continuar. Y rememorarlos con "Vibrasound: The Deepchord Years (1999-2004)"


De momento(escrito en marzo de 2008), por un lado Rod Modell en solitario con “Incense & Blacklight”. Un disco creado a partir de las grabaciones de campo efectuadas durante una noche, presumiblemente en Japón. Y por otro lado, el reconocimiento entre el público norteamericano debido a el reclutamiento para el single de Shocking Pinks, “Emily”, en el sello-casa de Lcd Soundsystem: DFA.Mediante dos tomas de “Dressed to Please”, el remix bajo el alias de Echospace deja durante los dos primeros minutos el camino marcado al remix de Deepchord. Después gira hacia donde la sensatez marca. El Space Disco. Ese género donde reinan, principalmente, Prins Thomas y Lindstrom. El segundo remix, esta vez como Deepchord, se encarga en los dos primeros minutos de crear un patrón de ambient house, que luego remata adentrándose en los terrenos de Seefeel, con un tratamiento a la voz que te hace cerrar los ojos y acordarte de “Charlotte’s Mouth” sin ninguna dificultad.Lo único que cabe esperar y pronosticar, es que estos dos tipos nos van a dar unas cuantas alegrías. Para ello, lo mejor no será cruzar los dedos si no, cerrar los ojos y dejarse flotar entre ecos, texturas y humeantes atmósferas. Reyes.

Portishead 3





Portishead

Third

Island; 2008


“Silence”, abre el nuevo disco de Portishead con un fragmento en portugués que nos alerta sobre tres reglas. La tercera, “tienes lo que te mereces”. No se si la larga espera del tercer disco de Portishead es lo que nos merecemos, pero pasados once años nos enfrentamos a un nuevo disco.


Previamente a todo esto, ¿quién no recuerda un año sin que se extendiera el rumor de “Portishead entrarán próximamente al estudio de grabación”? Pues, la espera finaliza para los que hubieran seguido teniendo paciencia. ¿Qué nos depara?Pues no precisamente se trata de un cambio radical. Pero hay cambios importantes.


Tras el comentado sampler en portugués comienza el trayecto de cincuenta minutos con “Silence”. Y las percusiones toman protagonismo. Loops de batería motóricos, lejos de los ritmos hip hop, aquellos scratches, del mítico “Dummy”(1994), que te traen a la cabeza desde a Silver Apples, a los ritmos mecánicos del krautrock, a la oscuridad de ritmos industriales. Esta película, toma aires de misterio e intriga. No se puede olvidar, que la música de Portishead tiene mucho que ver con lo cinematográfico. Y de repente, se para todo. Entra Beth Gibbons en la estancia. Y su voz, sigue oliendo a Billie Holiday como siempre.


Todo el disco sigue con el mismo aroma de los Portishead, las atmósferas creadas por Geoff Barrow y Adrian Utley, unas veces sedosos, “Hunter”, otros tribales que añaden dramatismo a la voz de Beth entonando; “I don’t know what I’ve done to deserve you I don’t know what I’ll do without you”. Recordando a sus aventuras con Rustin Man en el inicio de “The Rip”, a la miniatura blues a lo Bessie Smith de “Deep Water”, a las atmósferas de dramatismo que remiten a su segundo album en “Plastic” o “Threads”, esta última pone el broche final a un disco donde Beth Gibbons exclama: “I’m so unsure”.


A todo esto, hay que unirle la magia de tres cortes: como “Machine Gun”, que fácilmente podría ser el reverso tenebroso del “Blue Monday”; “Small”, que con un inicio donde el cello y la voz de Beth Gibbons son protagonistas dan paso a unos teclados, que como los de Broadcast, remiten al cine de los setenta, mientras te derrite susurrándote “If I remember, the night that we met tasted a wine, that I’ll never forget”.


Por último, la pieza más contundente se encuentra en el centro “We Carry On”, una especie de conjura a lo Suicide con Jefferson Airplane inflándose mientras los bombos de batería resuenan alrededor.Portishead se han tomado lo de sacar discos como Scott Walter estas dos últimas décadas. Las sensaciones que me deja, es terminar de cerrar el vértice de lo que de momento es una trilogía. En este caso, esta reinará en unos parajes de pesadilla y perversión psicodélica. ¿Tétrico? Qué va, grande.

Hercules & Love Affair (iniciando 2008 bailando)




Parecen lejanos aquellos dias del “Losing my Edge / Beat Connection”, el revuelo con cada nuevo 12” del sello DFA. Rapture, Juan MacLean, los esquivos Black Dice, editar a Hot Chip en Estados Unidos, sus continuas remezclas, el debut de Lcd Soundsystem,…Estaban en todas partes vamos. Años en que cualquier movimiento en el subsuelo de Nueva Cork, Brooklyn principalmente, era motivo de alerta y apuesta.


Frente al revival del rock de sudor garagero, surgían grupos que acercaban el house al indie. Músicos que fueron alumbrados por el toque francés de Daft Punk. Pero antes estuvo Maurice con su “This is Acid”, Fingers Inc, Frankie Knuckles o Inner City. Chicago, cuna del house.


Cuando en Europa estábamos saturados de producciones por el estilo, llegó la contrapartida yanki.Memorables maxis, como el de Delia Gonzalez y Gavin Russom “Relevee” (con una remzcla de C2 de obligado estudio), continuas sesiones; pero parecía que el sello vivía de rentas pretéritas.

Mientras tanto, los europeos empezábamos a guarrear de nuevo con los Daft Punk más technoides, como por ejemplo Justice, y en el norte surgía lo que se llamaba “Space disco” con Lindstrom, Prins Thomas y Todd Terje de máximos exponentes.


Los últimos meses nos han ido avisando con una serie de maxis que reavivan de nuevo el interés en el sello. Shocking Pinks, “Emily” (con remezclas del mundo Echospace definitivas); “Still Going Theme” y “Hold on” de Still Going y Holy Ghost! Siguiendo la senda del “space disco” de Lindstrom y Prins Thomas. Shit Robot suponen la parte más ácida, junto al enorme 2Where’s Jason K2 de Syclops. Y surgen unos tal Hercules & Love Affair con “Classique #2”. Y un “Happy House” de Juan Maclean que no se lo salta nadie, menos con la aportación de Lee Douglas. O lo nuevo de Lcd Soundsystem, una nueva dosis de disco & indie rock en “Big Ideas”.


Así llega a nuestras manos lo nuevo de Hercules & Love Affair, alias de Andrew Butler, que además ya nos tenía a todos esperando después del adelanto que supuso “Blind”. Básicamente una de las canciones que más se van a machacar, si no lo está siendo ya, en este 2008. Canción donde la voz de Anthony, tan melodramática al piano en solitario, aquí cobra un nuevo espacio. El de Erasure o Inner City. Y sus gemidos, sus “ooohs”, cristalizan en una redonda composición, que te hace recordar la maravillosa voz de Robert Owens. La emoción de Arthur Russell. Vamos, brillante.


“Time Will” es el perfecto inicio para un disco redondo, con la ayuda en la producción de Goldsworthy y la tan teatral de nuevo la voz de Antony, lleno de melancolía disco, medios tiempos “Raise Me Up” o “Athene”; momentos playeros en “This is my love” o “Hercule’s Theme” y un final con, “True False, Fake Real” tan descacharrantemente luminoso que también, claro, ciega. Con toda una parafernalia griega alrededor, no podemos más que reafirmarnos en que claro, hay un aire marítimo hedonista isleño en esta música. Y bueno, el perfil físico de olimpista griego, que cojones. Querrás amar este disco y retener en tu cabeza “To see you now; To hear you now; I can look outside myself; And I must examine my breath and look inside; Because I feel blind”También a modo de apéndice hay que ir buscándose las remezclas de este hombre, como por ejemplo, la que ha hecho para Chaz Jankel y su “Get Myself Together” o para Goldfrapp. Convirtiendo a DFA de nuevo, en un sello a la última. Mirando de nuevo hacia la música de baile del futuro.

Tape / Ryoji Ikeda : Mininos de 2008






Es momento para la alegría. Para las pequeñas alegrías, claro está. No me refiero a la magnitud de los discos en cuestión, como al tamaño de los elementos sonoros que les dan vida. Todo esto, suele caer en distintas cubetas de etiquetas y descripciones.



Este año ya ha habido varias alegrías en este territorio. Una recapitulación rápida sería: Jean Luc Guionnet & Nakamura con “Map”, Jacaszek y su “Tremy”, cualquier 3” o colaboración que se le ocurra a Machinefabriek, “Ocean Fire” por Willits & Sakamoto, “River Water” de Aaron Martin, The Advisory Circle y “Other Channels” o el nuevo split de Fennesz con Philip Jeck “Amoroso”. Sin olvidar, que aun faltan para este año sus dos largos.



Entre todo esto, tenemos el nuevo disco de Tape. El trío compuesto por los hermanos Andreas y Johan Berthling con Tomas Hallonsten, en esta ocasión, cambia los planteamientos de su anterior y maravilloso “Rideau” (grabado en Colonia por Marcus Schmickler). Donde antes eran largos paisajes sonoros, con sus puntuales subidas y bajadas dejándote completamente hipnotizado, ahora se presentan todas sus virtudes en diez fragmentos durante cuarenta minutos.


Grabado en su estudio de Estocolmo, Summa, vuelven a conjugar perfectamente los elementos acústicos con los electrónicos creando una música tan permeable que asusta. Las suaves notas de un piano en “Dripstone”, la calidez de una guitarra en “Mistery Mutiny” o “Altamira”, recuerdos a Dirty Three en “Beams”, los deliciosos teclados recorriendo “Fingers” en una pieza llena de una inspiración que ya Tortoise quisieran para ellos.


Para el final, nos dejan con las composiciones más alargadas y sabe a gloria. “Parade” y “lluminations” sirven para endulzar aun más un auténtico paraje ensoñador. La primera con el encanto de una caja de música, con voces de niños de fondo, trayendo recuerdos de patio de colegio, la segunda te envuelve en ese paraje que cada uno solemos recordar cuando cerramos los ojos para recordar sensaciones de bienestar y añoranza. “Beams Out” no puede ser más preciosa y poner punto y final a un disco que asusta por su compleja cercanía.



La siguiente parada dentro de estos parajes, es para lo nuevo de Ryoji Ikeda. No es fácil explicar de una manera objetiva las sensaciones que produce su trabajo. Pese partir de puntos completamente objetivos como este caso, un sistema que convierte todo tipo de datos en códigos binarios de 1’s y 0’s. Todo esto para tratar de comprobar la respuesta de este sistema en nuestra percepción de oyentes.


También, hay que tener en cuenta que todo esto hay que unirlo a la necesidad de comprender este trabajo con un soporte visual, tal y como hace con sus instalaciones o los conciertos, dentro de la serie datamatics, donde en esta ocasión presentará una sincronización entre música e imágenes en blanco y negro donde los fotogramas se contarán por centenares por segundo.




Y aún así, con todo este componente visual a tener en cuenta en el trabajo del autor de cosas tan tremendas como “Dataplex”, adentrarse en este disco de manera aislada es también una auténtica experiencia, donde se suceden los impulsos electrónicos, incesantes señales o fragmentadas partículas sonoras. Lo importante en este disco es dejarse llevar. Ahora que lo habitual es consumir música de una manera compulsiva, cuesta recostarse y prestarle atención a un disco. Pasados tres o cuatro cortes del disco, la sensación inicial se torna de una forma mucho menos caótica y entonces, ya nos tiene atrapados.


Todo esto puede ser mucho más comprensible el día 9 de mayo en Roma. Pero, al fin y al cabo, solo queda la constancia de un paso adelante en la obra de este artista. Y eso es hablar de una gran experiencia sonora.La misma experiencia que moverse en polos opuestos dentro de un mismo territorio.


Esto es lo que podrían representar Tape y Ryoji Ikeda. Por un lado, un tratamiento humano a sonidos electrónicos. Digamos que su propuesta minimalista se hermana con el pop. Al otro lado del cuadrilátero, tenemos a Ikeda emparentado con la frialdad informática. Eso serviría para definir los envoltorios, pero en el fondo ambas dos propuestas están diseñadas para la experiencia humana.


La sensación de estar ante dos grandes discos, es completamente certera.

EspadasPecesTrombones


Tom Waits





Revisando por el ordenador he encontrado algunas cosas con las que actualicé. En este caso, una de mis fijaciones personales: Tom Waits. Esta vez iba del disco que hizo acercarse a Tom al traje de Captain Beefheart e inició una trilogía inagotable. La que comprende la época de 1983 a 1987. Donde se crearon desde este disco a "Raindogs"(85) y "Frank's Wild Years"(87). Todas y cada una de las historias relatadas en estos discos rezuman literatura norteamericana. O por lo menos lo identifico con obras de autores que conozco como:Carver,Richard Ford,Sam Shepard y por supuesto Kerouac,Burroughs o Ginsberg.Aquí está una reseña que hice en su momento de este disco, en su día tenía otro sentido su contenido. Hoy,no la repetiría.Pero,del mismo modo,seguirían siendo alabanzas.

Es imposible entender la música norteamericana sin un cronista como Tom Waits. Y en este disco encontró tantas cosas, en lo personal y en lo musical, que aun perduran hasta día de hoy. Por un lado, a Kathleen Brennan, su mujer. Por otro, conseguir el punto de unión entre un blues deudor, en parte, de la alucinación de Captain Beefheart con una paleta de sonidos que es capaz de adentrarse en miradas a la música europea, el rock, el jazz o a su parte baladística.

Todo cuadra en un disco, dedicado a personajes completamente desubicados, la vida bajo nuestros pies en “Underground”, la necesidad de llegar a buen puerto en “Shore Leave”, la vuelta de la guerra en “Swordfishtrombone”, encontrar una forma de calmar la sed del camino en “Town with No Cheer” o la maravillosa ironía de “Frank’s Wild Years”, personaje que no tuvo más remedio que huir ante la monotonía del día a día. Además, sirvió como personaje para otro disco de Tom Waits, que llevó el mismo título que la canción. Todo esto son pequeñas pinceladas de historias que tendrías que mentir si has escuchado alguna mejor.

Compartiendo su mirada con la de Carver, Sheppard o Kerouac. Pero toda esta carga literaria se ve respalda por la articulación de un lenguaje musical de una riqueza indudable.
Entonando casi un himno para el ghetto en “In the Neighborhood”, su gran capacidad para deshacerte con el piano en “Soldier’s Thing”, al blues rocoso y pantanoso con “Down,Down, Down” o un paseo por el Delta en “Gin Soaked Boy”.

El romanticismo queda levitando en “Johnsburg, Illinois”, perfecta canción de amor. Hasta en los tres instrumentales que contiene este disco se hacen necesarios para alcanzar las sensaciones que nos trata de mostrar. Manejando una variedad instrumental envidiable donde percusiones, armónicas de cristal, trompetas, trombones o banjos, arropan una obra maestra de principio a fin. Un capítulo dentro de la música norteamericana que brilla eternamente. Así de agradecidos nos sentimos ante ti, Tom.

The Necks:Estados Embrionarios




THE NECKS







Han pasado diecinueve años desde su maravilloso debut,"Sex"(89), y siguen sonando prácticamente atemporales y únicos. Estos dias que escuchaba "Motion to Rejoin" de Brightblack Morning Light y disfrutaba de el mood sosegado y deslizante de su música,no podía dejar de pensar en este trio australiano.Su acuática discografía está compuesta por trece discos y la banda sonora para la película "The Boys".

La gran mayoría, se nutre de un solo corte por disco, de una duración que suele estar cercana a la hora. Los nombres de los discos dan pistas del contenido: "Aquatic" o "Piano Bass Drums ". Me parece bastante acertado el simil acuático en su música.La dedicación de Tony Buck(percusión).Lloyd Swanton (bajo) y Chris Abrahams(piano) está en construir verdaderas sesiones de jazz espiritual acercándose a parámetros del ambient. Establecer mediante la música un estado anímico en flotación,lo que obviamente les da un punto claramente hedonista,bohemio.Y cada uno tendrá una percepción sobre este término. No me refiero a las camisas playeras ibicencas.ni a las ra(s)tas de los hippys. Es un estado que en mi mente vendría ser el embrionario (quizás dicha imagen influenciada por el video que le hicieron a los Massive Attack en "Teardrop"). O musicalmente, al inicio del "In a Silent Way" de Miles Davis. O tal vez, a un cruce entre este disco y Terry Riley o Steve Reich.
No del mismo modo que Tortoise. Aquí es una fijación mucho más humeante,como la música para aeropuertos de Brian Eno.

Las preferencias en cuanto a discos,como me suele pasar en este tipo de propuestas, son los primeros que he escuchado.Aquellos que te fascinan por lo novedoso de su escucha en su momento. Recuerdo mucho "Sex",el primer contacto con él. Y que las sucesivas escuchan no han mermado en absoulto su magia. "Hanging Gradens","Aquatic","Drive By","Aether","Piano Bass Drms" o los cuatro unidos en "Athenaeum, Homebush, Quay & Raab ".Estos tres músicos tienen una capacidad de crear atmósferas, a mi gusto,desorbitada.

El pulso rítmico parido por Buck y Swanton,tiene una correspondencia clara:las teclas de Chris Abrahams. Cada nota que sale del piano, esa forma de hilvanarlas como si fuera el mismo eco,el órgano constantemente levitando y todos y cada uno de los leves detalles que llevan a cambiar progresivamente una nota que ha sido pacientemente trabajada durante varios minutos. Una música que muta y se propone llevarte a un climax de manera que no seas capaz de escaparte de tal maraña tejida.



No se cuantas veces he pensado que s música es maravillosa.

Autechre 1991-2008



AUTECHRE
No debe ser nada fácil sobrevivir en un mundo musical tan cambiante como el electrónico, sin ser un cachondo mental. Quién diría que el término “cachondo mental” lo usaría para el duo Autechre. Sean Booth y Rob Brown (As Ae , Lego Feet) son de Manchester y su primera referencia larga es del año 93, en Warp. “Incunabula”.(su primer ep “Cavity Job” se fecha en 1991).
Época, que yo aun me estaba comiendo los bollicaos en séptimo de EGB, pero que documentados años después, se dibuja como el final creativo de la escena Madchester y la eclosión rave de la vida. Los Autechre de “Incunabula” serían la música del “chill out” de KLF en 2008. Pero entonces, empezaban a cubrir un nuevo filón en la escena: el techno inteligente. Etiqueta a la que la compilación “Artificial Intelligence”(1992), ayuda un poco.

Etiqueta que hacía referencia a un techno orientado a la experimentación y el ambient. Un techno de ritmos serpenteantes pero con delicados ganchos melódicos. Puedes encontrar rastros dub, de chicago, Detroit, kraftwerk o hip hop. Joyas primerizas como “444”.
Realmente, un disco que marca un inicio plácido y sembra el culto, junto a la siguiente entrega: “Amber” (1994). Disco mucho más etéreo, que si hace que recordemos cacarear la palabra IDM, ver en estos dos discos el inicio de su sombra sobre otras carnes. En este caso escocesas y hermanadas: Boards of Canada.

En 1995, llega el momento que dispara a Autechre al trono de la vanguardia techno. El fenómeno de los ritmos electrónicos para consumo doméstico y alejado de los clubs adquiere su apogeo. No es que antes no existiera. Ahora, era algo imparable. Se mantiene hasta día de hoy con tantas definiciones de género que uno pierde la cuenta. ¿Qué tenía este “Tri Repetae”? Mantenía la misma calidad melódica que sus anteriores discos, pero ahora entrelazaban una cascada rítmica que destilaba ritmo y complejidad, oscuridad industrial y al mismo tiempo, se podía respirar. Ritmos que repiqueteaban. Si, usaré también la palabra ping pong para el capricho metronómico encerrado. Y grillos también. Tal vez Sheffield les despertó otras sensaciones distintas a Rochester.
Sería divertido ponerles su disco en 1987, con 15 y 17 años, mientras jugaban al corta pega de cintas, un sampler casio y un roland 606. Por ejemplo, que escuchasen “Rsdio”, pieza que al menos aún a día de hoy me hace despegar hacia el hipnotismo.

Unos ep’s que conducen hasta un nuevo punto en su carrera. El momento en que Autechre van a seguir siendo vigente mal les pese durante los años que sigan empecinados en sacar nuevos álbumes considerados ajenos a “su” tiempo. “Chiastic Slide”(97), desarraigados completamente. Aquí, la melodía sigue diluyéndose entre las rejas de beats ensambladas. Cada disco aumenta la sensación hermética. De “Clipater” a “Nuane”, los ritmos se siguen golpeando, aunque aquí se emparentan. La siguiente entrega: “LP5”(98), sigue cavando. Y ya no hay marcha atrás. Siempre va a haber que dedicarle tiempo a los discos de Autechre, ep’s y remezclas. Todas van a ser sensacionales. “Rae” te la sueltan y ya es difícil dudar de estos tios. Te siguen zumbando con los bajos de lo lindo. Todo esto rematado con “Ep7”. Uno de los mejores, o el mejor, de su trayectoria. Si esto fuera fácil de decidir.

Este cambio de panorama derivado de la muerte de muchos géneros y dinosaurios surgidos a pricnicpios de los 90, solo podía mirar con recelo la nueva entrega en 2001. “VI Scose Poise” es la primera sacudida. Siguen siendo los más marcianos e impenetrables. Siguen demostrando coherencia a través del ruido. Un ruido áspero y metálico. Melancólico e industrial. Los ritmos completamente descabezados y el misterio. Otro disco de insobornable calidad. Ahora, escuchar “Pen Express” con una lagrimita cayendo es lo que toca. Pero lagrimita de vanguardia, oiga.

En 2003 y 2005, caen “Drift 7.30” y “Untilted”. Todo el mundo perdiendo el ojete por la IDM, pero claro. Todo tiene su fin. Menos para ellos. Empiezan a estar ya alejados de todo. No sabes si suenan añejos, si te gusta el disco hasta dos meses después y te acaban fascinando tres años más tarde. Son discos para dedicarle un tiempo con una gran recompensa. Al igual que sus remezclas y ep’s. Cada ep en su época,” Garbage” para amantes de la época iniciada con Tri Repetae++”, el “Ep7” adjunto al “Lp5”, “Gantz Graf” para entrar en el hermetismo metálico de “Drift 7.30” y “Untilted”.

2008, es el momento elegido para “Quaristice” y “Quaristice Quadrange”. Y seguir definiendo el cambio. Pasar de ocho piezas en 70 minutos de “Untilted” (eso si tremendas, empieza por “Lcc” y míratelo bien) a veinte es un cambio considerable. Y esta entrega me recuerda a los discos del sello Ghost Box. Sello donde Focus Group o como the advisory circle, hacen gala del uso de la arqueología electrónica armando pequeños puzzles sonoros. Recuerdo el “Geogaddi” y todos los discos de Autechre. Admito, que he tenido que revisitar todos los discos del duo para poder escuchar este disco. Y me parece glorioso entero. Otra obra maestra que me ha hecho adquirir una perspectiva nueva sobre su discografía y autores.

También vale la coña de Luis Eduardo Autechre. En el fondo, estos dos tienen que ser unos cachondos y por muy cazurros que sean sus discos e impenetrables a mucho oyente inquieto le van a arreglar la vida. Difícilmente la cópula.

Oval :Alegrías del error


OVAL

La corriente debería empujar, normalmente, a la utilización de los descubrimientos en un sentido positivo. Es decir, con el mismo fin que el inventor ideó. Pero, muchos casos conoceremos, muchas veces se suele invertir dicho significado. Un proceso tan universal nos conduce hasta la puerta de Oval y Markus Popp. O concretando lo anterior: al error digital.

Markus Popp inició el viaje de Oval con dos compañeros más de viaje (Oschatz y Merger), que desaparecieron a las primeras de cambio (“Whonton”,1993) para conducirle hasta dos discos que dejaban atrás cualquier rastro de pop de su debut para localizarlo como el símbolo de una escena electrónica apodada “glitch”, cuyo hogar residía en el sello Mille Plateaux. Cosa que pasó a derivarse como “clicks n cuts”.

“Systemisch” y “94 diskont”, son fruto de parámetros de reflexión acerca de los procesos informáticos, en este caso la del error de lectura digital, para dar soporte y cristalizar en una “composición” realizada con el propósito de convertir dichos procesos en sonido. En este aspecto, “Systemisch” y “94 Diskont” se sirven para dar luz a unos discos donde dejarse arrullar. Personalmente, me hace mucha gracia esta contradicción. Mientras el autor del disco utiliza unas herramientas donde todo está matemáticamente engrasado, el oyente decide tumbar su mente durante el recorrido. Pero, en este caso, ambas lo tienen muy claro el por qué. La repetición sucesiva de los patrones utilizados confiere a estos discos un lugar dentro del minimalismo.

“94 Diskont” viene a ser el fruto de la refinación de “Systemisch”. “Do While” y sus veinticuatro minutos, suponen un nuevo hit en el mundo de la abstracción y el envoltorio. Dos años después, “Djed” de Tortoise también supuso otro hit, esta vez en otros derroteros. Pero “Systemisch” es el padre de muchas cosas, desde la futura refinación que el mismo año le da Fennesz a “Endless Summer” y Björk en “Vespertine. Pero antes que Björk, ya aparecía en un spot de Armani. Todas las capas que envolvían estos dos discos suponían la nueva política para el sonido digital.
Citar a Tortoise, viene también a cuento de que los discos de Oval además de aparecer en la casa de Frankfurt, Mille Plateaux, fueron editados por Thrill Jockey. En el fondo, ambos proyectos, me parecen cercanos a Neu! , Riley o Reich.

Tras este paso a la posteridad, “Dok” y una serie de ep’s (Aero Deko y Scenario) se convierte en un disco de transición. Lo cual no significa que carezca de interés. Ni mucho menos. Transición referida a las nuevas andanzas que se verían reflejadas en “Ovalprocess” y “Ovalcommers”, 2000 y 2001 respectivamente. Discos que potencian unas atmósferas más agresivas y de una riqueza indudable. Sobretodo, me fascina “Ovalprocess”. Otro disco, que merece ser dado de comer aparte y que desde el inicio con “Clip” supone un constante campo de minas. Las atmósferas ya no son tan dadas a la parsimonia auditiva, aunque la exigencia del disco sigue percibiéndose como bella. Además, de suponer una serie de instalaciones sonoras y el nombre de un software. Algo habitual en este mundillo electrónico. Desde el mini-disk de Gescom al programa “Test Pattern” o “Unitxt” de Ikeda o Nicolai, que han dado nombre a sus discos este año en raster-norton.

Detrás de todo esto, hay una música a (re)descubrir, verdaderos paraísos. No solo la de estos discos, sino también a la surgida junto a Jan St Werner, de Mouse on Mars o en solitario Lithops, bajo el proyecto Microstoria. Colaboración que nos lleva por cinco discos: “INIT Ding” , “_snd” y “Model 3, step 2”, como material original digamos; y “Reprovisers” e “Improvisers” como remezclas. Eso si, un concepto de remezcla marciano. Todos ellos, configuran una electrónica de matices áridos. Pero, dejaremos esta historia para otro día.

Ay, cuanta gloria te salía por el Oval, Markus.

Anteriores veladas con Matt Ward


Puedo acordarme de andar por las cubetas de discos del recién inaugurado Fnac en Alicante, buscando un nuevo disco que llevarme a la cama. Claramente, puedo detenerme en aquel rincón donde se escondía un disco de intérprete desconocido pero con una pegatina que sugería acierto inmediato: “with members of Giant Sand, Lambchop & Old Joe Clarks”. Esa preciosa portada, contenía el bálsamo perfecto para mis días sin Joanna. Su ausencia tras la muerte de su hermano en un accidente de tráfico. Su seda no se recostaba conmigo. Pero curiosamente, Matt consiguió maquillar con su “End of Amnesia” los dolores renacidos.

Su melosa voz y su forma de entablar diálogos con la guitarra arrullaba el tiempo sin explicación previa. “Half Moon” para los dos, Matt. Cada una de las canciones ilustraba una portada descabezada, en sintonía con mi cuerpo deambulante de noticias de Joanna. Pasaron los malentendidos inadecuados, pero Matt susurraba que el agua seguía corriendo bajo el puente. Y esa quietud, hizo que pasasen días y semanas de frustración tras de mi. Pesadillas recurrentes de por medio, sus salmos seguían curando pequeñas heridas. Y al final, te prometí amor eterno. A los discos siempre hay que tenerles este afecto.

Nuestras carreteras siguieron en circulación y “Transfiguration of Vincent”, también fue un regreso a un universo conocido pero ya cicatrizado, propiciando un disfrute menos amargo que nuestro primer encuentro. Los fantasmas para los dos susurraban cada vez más alejados. Aunque una triste, triste, canción me recobrase el instinto por el silbido. Desembarazarte de la sombra de Bowie de una forma tan solemne, nos hizo grandes amigos en la intimidad. Aquella, en la que reinaban copas de vino y sonrisas distintas. La alegría parecía inminente.

Pero tus pasos con “Transistor Radio” desdibujaron una reiteración que no se presagiaba hasta que pariste “Post War”. Soñar contigo ya no era posible. En mi trono aun estaba presente Howe, pero tú parecías haberte fijado en Connor. Y las cosas cambiaron. Tus susurros ya no eran tan bienvenidos como antes. Las guitarras antes eran sabias de tradición y, ahora, se convertían en una traición desangelada. Y hoy, volvéis Joanna y tú a mi mente. Espero que te vaya bien, venderás discos. Joanna espero que esté casada y con el mismo novio que tenía entonces. Yo ahora tengo una nueva Joanna, Newsom, que renueva mi ilusión cada vez que vuelvo a ella y solo te deja como un añejo recuerdo de divertidas noches sin remordimientos.

Kevin Drumm: Imperial Distorsion(Hospital,2008)


Kevin Drumm
“Imperial Distortion”
Hospital; 2008


Es difícil explicar muchas veces nuestra percepción personal de las cosas. Qué es lo que nos hace emocionarnos ante trabajos tan aparentemente parecidos sobre el papel. Incluso a los oídos. Dónde encontramos un sincronismo insospechado ante la obra de un artista y nuestra situación anímica en ese preciso momento. Tal pregunta, una vez formulada, carece de interés, ya que ni lo puedes explicar ni te interesa la explicación una vez encontrada una enorme satisfacción. De eso precisamente, se ha encargado Kevin Drumm en su último trabajo: “Imperial Distortion”.

La estantería particular de estas sonoridades adquiere un nuevo hito. A Donnacha Costello con “Together is the new alone”, a Fennesz , tanto con “Venice” o “Endless Summer”, William Basinski con sus loops de la desintegración, Oren Ambarchi con “Suspensión”,”Grapes form the state” o su última estocada “In the Pendulum’s Embrace”, las frecuencias violentamente descubiertas por Rafael Toral que acaban en “Space”, Keith Fullerton Whitham y Tim Hecker desde un punto más emotivo; pasando por bestias pardas como Keith Rowe o Phil Niblock (“Touch Three” me sigue pareciendo una obra tan descomunal como en el primer día).

A toda esta terna, acabo de añadir este “Imperial Distortion”. Pero no el nombre de Kevin Drumm. Tal vez, sea relativamente novedosa su presencia en la sección más ambiental del género, pero su presencia dentro de estos manipuladores de tormentas de drones ya se hace notar cuando entrega “Sheer Hellish Miasma”(2002), un imponente martillazo en el infierno del ruido. Ese territorio que compartiría con Pita, Carsten Nicolai, Ryoji Ikeda, Merzbow, Jim O’Rourke, Mika Vainio, Wolf Eyes y una gran legión de tronadores sin fronteras. Taloneando a Sunn 0))), también se le ha visto.

Pero ahora, cambiamos de división. Ahora lo que antes parecían sobredosis de ruido, se tornan en calma. Más que una arrolladora presencia, se transmite una vulnerable latencia, suspensión. El éxtasis al final del trayecto, me sigue pareciendo igual en su vertiente devastadora como en la ambiental. Utilizando un símil bélico: “Sheer Hellish Miasma” mostraba como caían todos y cada uno de los contrarios. “Imperial Distortion” es el lugar derruido tras el paso de la violencia.

Es difícil explicar estas cosas. Pero, al fin y al cabo, la recompensa me reafirma en obviarlas.

Discos editados en 2008 que se transforman en cimas personales. Como puede ser el maravilloso “Supreme Ballooon” de Matmos, Janeck Schaefer con “Extended Play” o Lawrence English y “Kiri no oto”, entre otros igualmente reseñables. Pero, ah amig@, cada uno tiene sus tronos.

Y puntillas finales, como al final de este disco, que me hacen recordar que Sleeparchive me sigue poniendo patas pa’rriba con su remezcla del “Plastic Star” de Byetone.