Puedo acordarme de andar por las cubetas de discos del recién inaugurado Fnac en Alicante, buscando un nuevo disco que llevarme a la cama. Claramente, puedo detenerme en aquel rincón donde se escondía un disco de intérprete desconocido pero con una pegatina que sugería acierto inmediato: “with members of Giant Sand, Lambchop & Old Joe Clarks”. Esa preciosa portada, contenía el bálsamo perfecto para mis días sin Joanna. Su ausencia tras la muerte de su hermano en un accidente de tráfico. Su seda no se recostaba conmigo. Pero curiosamente, Matt consiguió maquillar con su “End of Amnesia” los dolores renacidos.
Su melosa voz y su forma de entablar diálogos con la guitarra arrullaba el tiempo sin explicación previa. “Half Moon” para los dos, Matt. Cada una de las canciones ilustraba una portada descabezada, en sintonía con mi cuerpo deambulante de noticias de Joanna. Pasaron los malentendidos inadecuados, pero Matt susurraba que el agua seguía corriendo bajo el puente. Y esa quietud, hizo que pasasen días y semanas de frustración tras de mi. Pesadillas recurrentes de por medio, sus salmos seguían curando pequeñas heridas. Y al final, te prometí amor eterno. A los discos siempre hay que tenerles este afecto.
Nuestras carreteras siguieron en circulación y “Transfiguration of Vincent”, también fue un regreso a un universo conocido pero ya cicatrizado, propiciando un disfrute menos amargo que nuestro primer encuentro. Los fantasmas para los dos susurraban cada vez más alejados. Aunque una triste, triste, canción me recobrase el instinto por el silbido. Desembarazarte de la sombra de Bowie de una forma tan solemne, nos hizo grandes amigos en la intimidad. Aquella, en la que reinaban copas de vino y sonrisas distintas. La alegría parecía inminente.
Pero tus pasos con “Transistor Radio” desdibujaron una reiteración que no se presagiaba hasta que pariste “Post War”. Soñar contigo ya no era posible. En mi trono aun estaba presente Howe, pero tú parecías haberte fijado en Connor. Y las cosas cambiaron. Tus susurros ya no eran tan bienvenidos como antes. Las guitarras antes eran sabias de tradición y, ahora, se convertían en una traición desangelada. Y hoy, volvéis Joanna y tú a mi mente. Espero que te vaya bien, venderás discos. Joanna espero que esté casada y con el mismo novio que tenía entonces. Yo ahora tengo una nueva Joanna, Newsom, que renueva mi ilusión cada vez que vuelvo a ella y solo te deja como un añejo recuerdo de divertidas noches sin remordimientos.
Su melosa voz y su forma de entablar diálogos con la guitarra arrullaba el tiempo sin explicación previa. “Half Moon” para los dos, Matt. Cada una de las canciones ilustraba una portada descabezada, en sintonía con mi cuerpo deambulante de noticias de Joanna. Pasaron los malentendidos inadecuados, pero Matt susurraba que el agua seguía corriendo bajo el puente. Y esa quietud, hizo que pasasen días y semanas de frustración tras de mi. Pesadillas recurrentes de por medio, sus salmos seguían curando pequeñas heridas. Y al final, te prometí amor eterno. A los discos siempre hay que tenerles este afecto.
Nuestras carreteras siguieron en circulación y “Transfiguration of Vincent”, también fue un regreso a un universo conocido pero ya cicatrizado, propiciando un disfrute menos amargo que nuestro primer encuentro. Los fantasmas para los dos susurraban cada vez más alejados. Aunque una triste, triste, canción me recobrase el instinto por el silbido. Desembarazarte de la sombra de Bowie de una forma tan solemne, nos hizo grandes amigos en la intimidad. Aquella, en la que reinaban copas de vino y sonrisas distintas. La alegría parecía inminente.
Pero tus pasos con “Transistor Radio” desdibujaron una reiteración que no se presagiaba hasta que pariste “Post War”. Soñar contigo ya no era posible. En mi trono aun estaba presente Howe, pero tú parecías haberte fijado en Connor. Y las cosas cambiaron. Tus susurros ya no eran tan bienvenidos como antes. Las guitarras antes eran sabias de tradición y, ahora, se convertían en una traición desangelada. Y hoy, volvéis Joanna y tú a mi mente. Espero que te vaya bien, venderás discos. Joanna espero que esté casada y con el mismo novio que tenía entonces. Yo ahora tengo una nueva Joanna, Newsom, que renueva mi ilusión cada vez que vuelvo a ella y solo te deja como un añejo recuerdo de divertidas noches sin remordimientos.
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